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Vista Panorámica del Cementerio

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   En la ciudad de Vallenar, existen muchas historias que son desconocidas incluso para sus propios habitantes. Sin embargo esta en particular es impresionante.

Desde finales de 1800 y principios de 1900  se presentaron varios casos de una enfermedad que hasta esos años era casi desconocida y poco tratable, esta enfermedad era “La Viruela” las autoridades de la época empezaron a tomar las precauciones del caso y administrar tratamientos para los escasos brotes que se presentaban, manteniendo la enfermedad prácticamente controlada.

Fue en 1921, cuando la ciudad de Vallenar fue atacada por un brote que se escapó de las manos de los habitantes y el servicio de salud de la época. Propagándose abruptamente y cobrando más de 250 víctimas fatales que para la época fue considerable.

Una de las medidas concretas que se tomó para controlar la propagación de la peste fue construir Lazaretos (Un lazareto es un hospital o edificio similar, más o menos aislado, donde se tratan enfermedades infecciosas. Históricamente se han utilizado para enfermedades contagiosas, como la lepra o la tuberculosis y algunas de estas instalaciones eran más bien de reclusión, sin ningún tipo de cuidados médicos ni salubridad) en lugares apartados de la población. El primero se construyó en la ladera sur de la ciudad, la cual denominaban “la quebrada de los apestados” este sector hoy es conocido como villa cordillera de la población Rafael Torreblanca. El segundo se construyó en el sector Norte, también en las afueras de Vallenar, hoy conocido como sector Enami. Era un  lugar apartado y de difícil acceso para los habitantes de la época. A escasos metros  de este último fue lo que en ese momento funcionó como el cementerio para las  personas que perecieron de esta fatal enfermedad y por lo tanto donde se enterraron los cuerpos.  Lamentablemente, este “cementerio” fue muy poco transcurrido y visitado por los dolientes por miedo a contraer la  peste. El antes mencionado nunca tuvo un muro de contención que lo cerrara o las medidas mínimas para que las tumbas y fosa común  (hechas muy precariamente) tuvieran permanencia en el tiempo.

El lugar era una parte más del desierto de atacama, sin ninguna señalización o placa que lo identificara como tal, hasta que un grupo de alumnos del Liceo pedro Troncoso Machuca, hizo algo al respecto. Instalaron cruces en algunas tumbas y una placa explicativa al ingreso del lugar.

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