Testimonios de Personas
que conocieron Llanta
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Texto de Llanta en la "Publicación Extraordinaria de Atacama":
"Cuando se viaja de Pueblo Hundido al Mineral (Potrerillos), todo el panorama se ofrece gris y sin vegetación. Esta monotonía cesa un poco al llegar a un simpático paraje llamado Llanta. El viajero puede observar hermosas casas y cuidadas plantaciones de árboles, cuya verdura y follaje refrescan el paisaje caliginosos y hostil. Existe aquí una pequeña Maestranza para la refacción de material rodante"
Ramírez, C. & Navarrete G. (1932): Publicación Extraordinaria "Atacama".
Testimonio de Marcelo Prado Alvarez
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Trabajé ahí cuando ya se había abandonado el campamento. Desde agosto del 2003 hasta julio del 2006, Solo estaban las personas relacionadas con el ferrocarril, vivía en Diego de Almagro.
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Había una oficina de Ferronor y otra de Alquinta, una empresa de camiones de ácido sulfúrico.
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No recuerdo cuantas personas eran pero debíamos ser aproximadamente como 40 en total entre tripulantes, mantenimiento y oficina, Había un casino para almorzar de una señora que vivía ahí. Brenda se llamaba, Preparaba almuerzo y cenas para los que trabajaban en llanta mismo y para los tripulantes que salíamos a terreno preparaba colaciones.
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Había una casa hogar donde Vivian personas de fuera, Vivian como 15 personas, Tenían todos los servicios, cable, agua, luz.
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La oficina estaba hecha con bloques de escoria de cobre, Las rocas que se formaban de la fundición de cobre las cortaron en cuadritos y los unieron.
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El pueblito está dividido en dos por la carretera. Para el lado de las vías estaba toda la gente, Para el lado del río salado no vivía nadie. La municipalidad de diego de Almagro disponía de dos guardias que rondaban por todo el pueblito. Muchas casas fueron saqueadas.
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El trayecto desde Llanta a Potrerillo en tren subiendo demorabas 3 horas y bajando 2 horas, Desde Llanta a Barquito bajando se demoraba 2:30 horas y subiendo 3:30 horas.
Generalmente se hacía desde Llanta a Potrerillo o desde Llanta a Barquito. No se daba la vuelta completa de un solo viaje, El turno se hacía aproximadamente en 10 horas desde la toma de servicio a las 7 de la mañana hasta la entrega del turno a las 5 de la tarde. También de noche se hacia
Testimonio de Narciso Kong Martínez
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Pienso que esta etapa de mi vida fue determinante, forjó mi personalidad, carácter, ideales, fortaleza y coraje para enfrentar la vida.
A pesar, de llegar a Llanta por razones tristes y dolorosas, después de la separación de mis padres. Mi madre, buscando un nuevo comienzo y sacar adelante a mis hermanos y a mi, llegó a este bello lugar, un lugar lleno de esperanzas y personas optimistas, compasivas, amables...un pueblo chico, donde todo el mundo se conocía y formábamos una gran familia, donde te abren el corazón en momentos desesperados y te tienden una mano amiga. Un lugar con calles muy bellas, con hileras de casas, cada una con su jardín, un parrón de uvas para dar sombra en los días de verano y su rica fruta, como acá había un micro clima, las naranjas, limones, nísperos y uvas, tenían un sabor que jamás he vuelto a disfrutar. Detrás de las casas, a cierta distancia cada propietario tenía un gallinero, cuyas gallinas eran sacrificadas para el 21 de mayo y fiestas patrias.
a continuación les contaré algunas anécdotas...
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Mis primeros días fueron un poco tristes, yo era un niño de ciudad y mi madre me vestía con mucha pulcritud, lo que era mal visto por los niños del pueblo, sufrí golpes y burlas, hasta que un pretendiente de mi madre, me contuvo al llegar llorando a la casa. Me dijo debes defenderte, hacerte respetar, sino, todos los cabros van a reaccionar contra ti, sal y defiéndete, si llegas de nuevo llorando, vas a recibir una paliza de mi parte. Ante tales palabras me valentoné y salí a la calle, justo estaba empezando una pichanga de fútbol. en una jugada me vi enfrentado al matón del barrio, que de un trancazo calló de bruces al suelo. Se levantó y me arrojó con furia una patada, le respondí con un puñetazo que le rompió el labio y sangró mucho. cada golpe que yo daba era aplaudido por la multitud que gritaba, saltaba y vociferaba, hasta que alguien me sacó de la cancha...desde ese día nadie volvió a burlarse ni a maltratarme. El amigo de mi mamá me abrazó y me felicitó, ese fue un día de gloria.
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Para ayudar a mi madre me ofrecí de pelotero en el club de tenis, situación que me llenaba de orgullo cuando le entregaba los pesitos a ella. Un día un jugador rompió su raqueta y me la regaló, yo la arregle y aprendí a jugar tenis, deporte que me brindó muchas satisfacciones. para mi el deporte se convirtió en un gran amigo...partía a las 7:30 de la mañana hasta las 11:30, hora de almuerzo de los trabajadores, a las 2:30 de la tarde regresaba a practicar, a las 16:00 jugaba basquetbol, de 18:00 a 20:00 jugábamos fútbol y después de la cena pasábamos el tiempo jugando ping-pong.
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Un día se produjo un conflicto en una de las cuadrillas. El capataz trajo a su esposa para que le preparara la comida a los trabajadores. Entre uno de ellos y la mujer se produjo un entendimiento sentimental, situación que llegó a los oídos del capataz, quien picota en mano se lanzó contra su subalterno, después de varios forcejeos lograron separarlos y evitar una tragedia...uno de los trabajadores dio aviso al gringo (Mr. Hamilton) y sus palabras fueron "al capataz le estaban comiendo la color" y casi se matan... Ante la gravedad del tema el gringo se dirigió a la faena, pero antes pasó a comprar a la pulpería un ají de color, condimento muy usado en las comidas de la época, llegó y llamó la atención al capataz por hacer tanto conflicto por tan poca cosa y para que esto no vuelva a suceder, aquí tienes el ají de color para que no te lo vuelvan a comer. Las risotadas que provocó el hecho, logró suavizar la situación...hasta el gringo disfrutó de la talla, una vez que le explicaron el significado de "comer la color"
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En ese tiempo exhibían películas donde se reunía todo el pueblo, la mayoría eran de cowboy...después de la exhibición todos quedábamos motivados por los jovencitos de la película y nos separábamos en bandos...los de arriba y los de abajo (separados por la linea ferrea). En cierta ocasión los de abajo tomaron prisionero a uno de nosotros y lo dejaron toda la noche amarrado a un poste toda la noche. No había tregua, al otro día nos tocaba a nosotros tomar un prisionero y lo amarramos con alambre, lo introducimos en un tambor de 200 ltrs, con un guaipe en la boca toda una noche...Las batallas campales eran a peñascazo limpio y al que se le rompía la cabeza tenía que morir en la rueda, era mal visto llegar llorando a la casa, hasta los papás aceptaban nuestras reglas de honor.
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A los 9 años, ya asumía responsabilidades comerciales. Mi mamá me mandaba a comprar la mercadería a Pueblo Hundido, me entregaba un listado y me ponía la plata en un bolsillo y lo cocía para que no se me perdiera o me la robaran, todo el personal del convoy me cuidaba y siempre estaban atentos a cualquier percanse. Sólo una vez intentaron asaltarme, pero como ya había aprendido a defenderme y el auxilia llegó pronto, los ladrones huyeron ala desbandada. Una vez hechas las compras me descocían el bolsillo y cancelaban el pedido, si llegaba a atrasarme el maquinista daba tres pitazos de advertencia, se ponía en marcha lentamente. Yo tenía que recorrer una gran distancia arrastrando el carro con la mercadería , una vez cerca del carro de equipaje, lanzaba los sacos al interior y, una vez arriba, el maquinista aceleraba la locomotora para no atrasarse en su itinerario.
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